Me gusta leer de noche, desconectarme de las pantallas los últimos minutos del día. A veces el sueño se entrecruza con la ficción y surgen cosas interesantes. La mayoría de las veces solo las recuerdo durante los primeros minutos, segundos, del día. Otras veces las anoto, cuando me acuerdo, cuando no despierto apurado. Comienzo a leer Triste Tigre y la primera noche tengo sueños horribles: familiares que se transforman en pedófilos, niños obligados a ser lazarillos de sus abusadores ciegos, que les han cocido la boca, que no los dejan hablar. Los sueños no se van, me acompañan durante el día, pienso si entre todas esas pesadillas no se esconde algo de verdad, siento terror de que eso sea así, hago esfuerzos por descartarlo.
Triste tigre cuenta la historia real de su autora, que vuelve a su pasado para hacer una crónica de las violaciones sistemáticas que sufrió entre los siete y los catorce años. Su madre luego de separarse de su padre, se había vuelto a casar y había tenido una niña y un niño con su padrastro, el violador. Cuatro niños y un abusador en una casa precaria de la Francia campestre. La voz de la autora tiene una fuerza y una potencia que me recordó el texto de Cecilia Gentile, Faltas, Cartas a las personas de mi pueblo que no me violaron. En las cartas de Gentile el humor matizaba el espanto, aquí el espanto toma protagonismo absoluto. El juicio que la enfrentó a su violador a los veinte años, la relación con su madre, cómo afecta una violación sistemática sufrida hace treinta años a la adulta que es hoy, cómo la literatura la salvo, cómo ella se salvó. Un libro potente que fue, y lo sigue siendo, un escándalo en Francia.
Llevas eso contigo, de diversas formas, toda tu vida.
Decido no leer más la novela de noche. ¿Pero qué leer por las noches?
Hay algo de ir al cine los jueves de estreno que se siente como una delegación. Algo que, a una persona ansiosa o indecisa, o ambas, lo ayuda. Que otro elija por vos, no tener que elegir entre los cientos de películas para ver en las plataformas. Hace varias semanas que eso no pasa: los estrenos de los jueves no eran lo suficientemente atractivos, y tampoco tengo la energía para ir a ver Minecraft o Blancanieves. Hace un par de semanas estrenó Pecadores, la nueva película de Ryan Colger, el director de Creed, la película del boxeador que deriva de la saga Rocky.
Sin lugar a dudas Pecadores es una película distinta en un mundo como el de los estrenos de los jueves de hoy. Es una idea original, no una secuela, precuela, una historia que derive de un videojuego o de una muñeca. Narrativamente es arriesgada, casi sin segundo acto. Solo hay un gran primer acto de una hora y luego un tercer acto de otra hora. Y es una película pensada culturalmente para un público particular: los afroamericanos. Y prueba de eso es que debutó primera en la semana de estreno en EEUU, desbancando a la gran sorpresa taquillera del año, Minecraft. En Argentina no le fue tan bien, entró tercera en el Top 10 de la semana despertando un pequeño debate en la crítica cinematográfica: ¿los argentinos somos rascistas? Según algunos críticos en Argentina nunca un producto protagonizado – casi – exclusivamente por afroamericanos ha funcionado, y esto probaría un sesgo rascista en nuestra cultura. No me voy a poner a hacer estadísticas, simplemente culturalmente no somos tan sensibles a estas temáticas, nuestras luchas no han pasado por la esclavitud y la discriminación racial tan profundamente como en norteamerica. La película me gustó mucho, aunque no tanto como a la gente que ya habla de una obra maestra o de posibles nominaciones a los Oscars.
En series tengo mucho para ver y para contar. El período de elegibidad de los Emmys termina el 31 de mayo y las plataformas han salido con todo en estos meses de marzo y abril. Estrenó la nueva Black Mirror, de la que no soy fan pero si hay capítulos que me gustaron mucho y hasta me marcaron en determinados momentos de mi vida: San Junnipero de la temporada tres, por ejemplo. Decido ir con el primer capítulo de la nueva temporada, la siete. El capítulo empieza con una escena de una pareja feliz en una cama, la habitación de un hogar con historia, ella lo despierta a él con un beso mientras le dice feliz aniversario, y termina, para evitar el spoiler, en el mismo lugar pero con una escena muy distinta. En medio la tecnología. Todo bien con Black Mirror pero no sé si quiero ver una serie en donde el mundo se vuelve un lugar más horrible, en un mundo que se vuelve cada día más horrible. Decido abandonarla. El primer capítulo será el único que vea de esta nueva temporada, para mi fue suficiente.
Hasta la próxima,
Fabricio